Han pasado muchas horas, minutos y segundos, cargados de emocionantes acontecimientos. He podido vivir la experiencia de acompañar las ilusiones de un puñado de chavales en la fase final de baloncesto a nivel estatal. Ya no sólo son las ilusiones de esta gente, un gran número de autobuses repletos de compañeros, familiares y equipo directivo se desplazó a más de cuatro horas para dar el calor necesario para que los sueños se cumplieran. Finalmente, no se consiguió la ansiada victoria, pero si que consiguió que me estremeciera al pensar que muchas de las opciones que tienen estos adolescentes para seguir creciendo como persona pasa por alguna de las becas que Univeridades y College dan a los mejores jugadores. No siempre los mejores o los que más se merecen esas becas, llegan a lograr el acceso a una educación pasado el High School.
Otro de los acontemientos que más me gustó experimentar, fue el nuevo viaje hacia la costa Oeste del país. Las Vegas, Flagstaff, Gran Cañón, Secuoyas y finalmete San Francisco. Millas y millas recorridas, atravesando desierto, pueblos desiertos y construcción clónicas poblaban de manera aislada el largo recorrido. Cada una de las zonas visitadas aportaba una realidad disitinta a la previamente imaginada.
Las Vegas, parque de atracciones para adultos, marcada por el consumismo libertario, capaz de guiar a los visitantes al continuo desembolso de dinero para saciar su sed de vicio ahogándolos en alcohol gratuito.
Flagstaff, ciudad universitaria situada a las puertas del Gran Cañón. Ambiente agradable rozando el espíritu hippie de los años 60-70, donde el aire más puro del planeta merodea entre sus calles. Ciudad rodeada de contrastes. Montañas decoradas de copos de nieve que contrarrestan el paisaje árido del Gran Cañón. Fue un gran acierto el haberme desplazado hasta allí, no tener ninguna expectativa de cómo iba a ser aquello, fue la mejor preparación para la realidad vivida. Si bien, es cierto, mucho de este recuerdo me llevé al conocer a Dave, profesor de arte, que me acogió en su hogar...pero ésto será otra historia.
Después de visitar los cortados de una de las siete maravillas naturales del mundo, pusimos rumbo hacia las Secuoyas. Parque Natural alojado en la zona suereste del estado de California. Como de costumbre en este tipo de parques, lejos de realizar largas caminatas disfrutando de sus imponentes paisajes, se hizo la ruta en coche. Una pena la verdad, las imponentes montañas verdes, que de seguro que alojan entre sus entrañas a diversas especies y vida salvaje, no pude explorarlas quedando en mi imaginación el posible paisaje oculto. Quizás en otra visita....veremos las vueltas que le damos al mundo.
Por último y no menos impresionante, San Francisco. Nos esperaba entre nubes pegada al océano Pacífico la tarde que llegué. De vuelta al contacto con el olor a mar, humedad calando mis cabellos, aportando frescura hasta el momento olvidada. Ciudad para ser vivida y menos visitada. Calles plagadas de vitalidad, murales decorados representando su historia y conciencia respetuosa con el medio ambiente. Posiblemente uno de los pocos diminutos puntos, donde se lucha por la igualdad de sexos en todos sus aspectos, el ondeado de la bandera multiculor preside la zona de Castro. Una gran experiencia vivida allí durante 3 dias y 3 noches, intercambiando impresiones sobre cualquier tema con un nuevo amigo, Kevin. Así mismo, San Francisco, testigo excepcional del reencuentro de buenos amigos, Oliver y MariLuz, llegaron a este puerto para transmitir sus experiencias y vivencias around the world.
Sin duda, una gran experiencia que no pasará indeferente a ninguno de los actores de esta historia.
A cualquier otra parte.....
Molly