Cientos de millas, unos pocos estados de este gran estado y miles de motivaciones por descubrir nuevos mundos y vivir nuevas experiencias. Me decidí a viajar con un grupo de profesores a la cuna del Jazz y del Blues, en uno de los momentos álgidos de su vida, New Orleans. Gentes venidas de distinas partes del mundo se congregan para participar en el Mardi Gras. Este gran evento anima a propios y curiosos a poblar sus cuellos con collares, cambiar por unos momentos sus vestiduras y olvidar prejuicios. Es un tiempo de música y color, llenando de vida las calles afrancesadas del 'French Quarter', grupos musicales desconocidos interpretando sus mejores melodías avivan las mañanas, para dar paso al desenfreno de la noche.
En las calles se congregan grupos de gentes de todas las edades con distinto propósito, desde los que intentan ahogar sus penas y alegrías en alcohol hasta los que rezan y predican por éstos. Todo se desarrolla en completa armonía, el respeto va marcando el transcurso de la noche donde muchos consiguen alcanzar sus objetivos.
De entre las calles animadas del 'French Quarter' destacaría la vida y musicalidad de la calle 'Frenchmen'. En ella se congregan míticos grupos de Jazz y Blues, nuevos resurgires de música country animando a los congredos a disfrutar de largas dosis de buenas melodías.
No quisiera olvidar mencionar parte de la historia americana, que fue escrita en estas tierras. Visitamos la plantación de azucar de 'Laura'. Un intenso recorrido nos ayudó a entender cómo se vivía en esas grandes mansiones y qué papel desempeñaban los esclavos en la época. Conocimos los entresijos de una de las familias más ricas de la zona, y pudimos llegar a imaginar las condiciones infrahumanas en las que la población negra intentaba sobrevivir.
Sin duda New Orleans, fue un gran destino, haciendo olvidar a los profesores sus quehaceres por unos días, aportando historia americana de ayer y hoy.
Molly
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