Durante el tiempo que llevo en estas tierras norteñas, he podido conocer a una serie de profesores españoles cuyas historias son de lo más variopintas: desde familias completas que han dejado todo atrás, pasando por familias cuyos cónyuges se quedaron aguantando el temporal en su país natal, hasta llegar a parejas y singles. Lo que sí tienen en común todas ellas es la aventura que comenzaron tiempo atrás, cuando llegaron a este país cargados de ilusiones y esperanzas. Cada día que estos profesores amanecen, han de luchar contra las inclemencias no sólo del tiempo si no también a la dureza con que las escuelas e institutos los reciben.
Hace unas semanas acompañé a una de las profesoras al centro, detectores de 'metales' nos daban la bienvenida a la entrada, comunidad afro-americana y latina poblaba el centro, y pasillos largos y decorados de casilleros terminaban de dar forma al instituto. Asistiendo a una de sus clases, pude comprobar la dificultad con la que cada día estas personas han de lidiar, aulas sin apenas materiales con los que amenizar las clases, por lo que es del ingenio y habilidad de estos profesores donde las enseñanzas puedan llegar a ser productivas. Como muestra de ello, os remito al 'Teaching Corner' del blog, un apartado que iremos completando con las nuevas ideas de la profesra.
Al final de la jornada, cuando todo acabó, me retiré a mi rincón de reflexión; música de blues y copos de nieve cayendo, ayudaron a poner en orden las ideas y valorar lo vivido en este día. Lo cierto es que no llegué a encontrar la razón del por qué un país tan
desarrollado pueda trabajar en éstas situaciones. Posiblemente existan
centros de muy buena calidad y buenos recursos, pero todo eso vale un
precio que aquí, no se paga.
¿Es realmente una aventura o una odisea, el haber movido tu vida hasta estos lugares? Muchos de estos profesores seguro que encuentran la respuesta en su día a día. Sin duda para mí, la experiencia fué de lo más surrealista.
Molly
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