martes, 26 de febrero de 2013

Across the States...


    Cientos de millas, unos pocos estados de este gran estado y miles de motivaciones por descubrir nuevos mundos y vivir nuevas experiencias. Me decidí a viajar con un grupo de profesores a la cuna del Jazz y del Blues, en uno de los momentos álgidos de su vida, New Orleans. Gentes venidas de distinas partes del mundo se congregan para participar en el Mardi Gras. Este gran evento anima a propios y curiosos a poblar sus cuellos con collares, cambiar por unos momentos sus vestiduras y olvidar prejuicios. Es un tiempo de música y color, llenando de vida las calles afrancesadas del 'French Quarter', grupos musicales desconocidos interpretando sus mejores melodías avivan las mañanas, para dar paso al desenfreno de la noche.

     En las calles se congregan grupos de gentes de todas las edades con distinto propósito, desde los que intentan ahogar sus penas y alegrías en alcohol hasta los que rezan y predican por éstos. Todo se desarrolla en completa armonía, el respeto va marcando el transcurso de la noche donde muchos consiguen alcanzar sus objetivos.

     De entre las calles animadas del 'French Quarter' destacaría la vida y musicalidad de la calle 'Frenchmen'. En ella se congregan míticos grupos de Jazz y Blues, nuevos resurgires de música country animando a los congredos a disfrutar de largas dosis de buenas melodías.



     No quisiera olvidar mencionar parte de la historia americana, que fue escrita en estas tierras. Visitamos la plantación de azucar de 'Laura'. Un intenso recorrido nos ayudó a entender cómo se vivía en esas grandes mansiones y qué papel desempeñaban los esclavos en la época. Conocimos los entresijos de una de las familias más ricas de la zona, y pudimos llegar a imaginar las condiciones infrahumanas en las que la población negra intentaba sobrevivir.

     Sin duda New Orleans, fue un gran destino, haciendo olvidar a los profesores sus quehaceres por unos días, aportando historia americana de ayer y hoy.



Molly

domingo, 24 de febrero de 2013

Y desde mi ventana...


      Y desde mi ventana veo pasar las estaciones, mañanas, tardes y noches. El frío y duro invierno mantiene las calles adornadas de blanco, acompañan a los cortos días en el ir y venir de la vida. Durante el tiempo vivido y sentido en estas latitudes he podido palpar la linea divisoria entre habitantes con recursos, tanto económicos y sociales, y los que apenas disponen de ellos. Llama la atención cómo las personas que llenan los teatros, más y menos populares, museos y centros culturales siguen el mismo patrón. Apenas se distinguen personas con distinta raza que la blanca, lengua anglosajona y con las billeteras aparentemente llenas. Es curioso cómo las zonas más pudientes gozan de elevadas tasas que contribuyen a la construcción de muros morales, que mantienen alejada a la población más desfavorecida. Es difícil salir de un getto constriudo a base de exclusión social y permitir el disfrute de los mismos 'privilegios' a los habitantes de la otra parte del muro. Sé que puede parecer obvio, pues en otras muchas ciudades mundiales pasa lo mismo, pero no deja de ser impactante en un país donde el 'Sueño Americano' sumerge a mucha gente en sus más profundas noches.

      Todo esta separación social se transmite directamente a los centros escolares donde los profesores con los que he mantenido relación, desempeñan su gran labor. Familias rotas, hijos que dejan a la suerte su referencia en la vida y estructura social sin apenas pilares que la sostengan. La vida en estos centros es un continuo interrogante: qué pasará hoy, qué nuevo simulacro nos pondrá a todos en alerta, incluso qué hermano o hermana de tal estudiante ha sido abatido por las armas de bandas rivales o ha sido arrestado por la policia local. La labor de estos profesores va mucho más lejos que la de impartir una simple asignatura, puede llegar a ser un cobijo seguro para estos alumnos durante parte de su supervicencia diaria.

Molly